RAQUEL RIVERA. MÁLAGA La crisis energética que afecta al sector de la automoción, motivada por la inestabilidad de los países productores de petróleo, como Iraq o Venezuela, y la falta de reservas para cubrir la demanda mundial han potenciado el desarrollado de fuentes energéticas renovables y menos contaminantes. La situación es alarmante. Cada año se utiliza una cantidad de petróleo cuatro veces superior a la que se descubre, según el Ministerio de Industria.
Con este ejemplo, es imposible que salgan las cuentas, por eso los
denominados biocarburantes, elaborados con materia vegetal, se han convertido en una alternativa sólida. Estos combustibles aportan más energía de la que se necesita para su producción. Además, el dióxido de carbono que se libera durante la combustión del carburante es previamente absorbido por la materia vegetal que constituye su materia prima.
Hay dos tipos de biocombustibles, el biodiésel, fabricado a base de aceites vegetales como el girasol, y el bioetanol, que se obtiene a partir de cultivos tradicionales como los del cereal, maíz o incluso la remolacha.
Precisamente este último combustible es el culpable de la escalada de precios de los cereales, con el consiguiente incremento del coste de los productos derivados, como el pan, y de alimentos de primera necesidad, es el caso de la leche o la carne.
Pese al encarecimiento notable de su materia prima, los expertos en la industria energética e incluso asociaciones de consumidores apuestan por el desarrollo del bioetanol. La Unión de Consumidores de Andalucía (UCA) destaca sus ventajas desde el punto de vista energético, aunque reconoce que su demanda ha causado un problema de competencia con los productos básicos que precisan de cereales. Aún así, la mayor parte de los cultivos para biocombustibles procede de importaciones, principalmente de Brasil.
Comercio. En Málaga el consumo de biocombustibles apenas alcanza el cinco por ciento, si se tiene en cuenta el estrecho margen impuesto por el Gobierno, y se estima que al año se distribuyen unos sesenta millones de litros entre las trescientas gasolineras, según explicó Miguel Ángel Ramírez secretario general de las estaciones de servicio de la provincia. Estos combustibles llegan al consumidor generalmente al mismo precio que la gasolina o el gasóleo, gracias a la Ley de Impuestos Especiales, que establece un tipo cero en el que corresponde a los hidrocarburos.
Pese a que el precio se mantiene, los agricultores se muestran reacios a reservar cultivo para biocombustibles por las pocas ayudas comunitarias. En este sentido, COAG pide una reorientación de la política de la UE, con más fondos para mejorar las superficies de cultivo.
Con respecto a la producción de biocombustible, España se sitúa en cuarto lugar en Europa con una media de 207.000 toneladas, de acuerdo a los datos del Ministerio de Industria. Pero en bioetanol, con 194.000 toneladas por año, es líder en el contexto comunitario.
Actualmente hay diez plantas de biocarburantes en el país, aunque hay varios proyectos más en desarrollo. Las instalaciones se ubican en Murcia, A Coruña, Salamanca, Asturias, Toledo, Barcelona, Navarra, Madrid, Álava y Mallorca.
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