Aunque desde tiempos inmemoriales la Costa del Sol ha sido destino en boga para la nobleza y la burguesía europeas, no sería hasta la década de los sesenta cuando Málaga comenzara a desarrollar una oferta turística concienzudamente diseñada para cubrir las demandas específicas de los viajeros pertenecientes a los estratos sociales de mayor po-
der adquisitivo.
Con la llegada de los primeros jeques árabes, la consolidación de la provincia como uno de los enclaves internacionales predilectos de la aristocracia, y las constantes visitas de estrellas del cine, reconocidos músicos y afamados artistas, así como de otras célebres personalidades, como mandatarios políticos y adinerados empresarios, esta zona vacacional asumió la capitalidad del turismo de elite, que convirtió a determinados rincones de su geografía en espacios donde la exclusividad y el glamour se tornaron en tónica dominante.
Hoy, la Costa del Sol cuenta con una extensa relación de impresionantes mansiones y palacios propiedad de los magnates que optaron por establecer aquí sus residencias veraniegas, pero también dispone de más de seis mil plazas en hoteles de cinco estrellas y gran lujo, a los que se han venido sumando los aparthoteles de alto ‘standing’ y las opulentas viviendas en régimen de arrendamiento enfocadas al público más selecto. Se trata de modalidades de alojamiento especialmente pensadas para los clientes de mayor solvencia, conocedores de que en este destino pueden encontrar la oferta complementaria que mejor se ajuste a sus refinados gustos.
Fundamentalmente localizados en la franja occidental del litoral malagueño, los establecimientos hoteleros de máxima categoría se han convertido en el más firme baluarte del turismo de lujo, cuya evolución ha animado a conocidas cadenas y grupos del sector a acometer iniciativas para la creación de nuevos complejos en esta provincia. En la mayoría de los casos, son recintos emplazados en privilegiados entornos, que ofrecen a sus huéspedes una atención personalizada y un trato preferencial, al tiempo que les proporcionan los servicios y prestaciones más exclusivas. No es, por tanto, de extrañar, que en las instalaciones de estos fastuosos ‘resorts’ haya desde centros de spa, hasta boutiques de prestigiosas firmas, campos de golf privados o restaurantes de autor en los que la gastronomía es deleite, incluso para los paladares más exquisitos. Ostentosas suites que pueden superar los doscientos metros cuadrados, salones de convenciones en los que se cuida al milímetro hasta el más nimio detalle, servicios adicionales de niñera, chofer o entrenador personal, asesoramiento para contratar desde la visita a cualquier tipo de espectáculo hasta excursiones, o gestionar el alquiler de un yate o un automóvil de alta gama, son tan sólo algunas de las posibilidades que brindan a sus clientes los selectos hoteles de la provincia de Málaga, acostumbrados a acoger en sus dependencias a lo más granado de la clase social de todo el mundo.
Los establecimientos de este tipo se ubican en varias localidades costasoleñas, pero en es Marbella donde se concentra el mayor número de ellos; de ahí que Marbella y lujo sean dos conceptos que con el tiempo han acabado por ser sinónimos puesto que aluden a una misma realidad.
Y dado que el conformismo parece ser un concepto tan alejado del turismo de lujo como la noche del día, la Costa del Sol no ha escatimado en esfuerzos durante este último medio siglo para perfilar un producto capaz de satisfacer los deseos más distinguidos de sus acomodados viajeros. Ejemplo de esta tendencia son los clubes de playa que han florecido en la costa oeste, con especial incidencia en el municipio marbellí, y que se han erigido en verdaderos centros sociales abiertos al mar, que suelen disponer de piscinas, zonas de relax y áreas para tomar el sol o disfrutar de un aperitivo en absoluta armonía con el entorno natural que los circunda.
Se trata, en definitiva, de instalaciones concebidas como idóneos lugares para descansar, divertirse o celebrar eventos en un marco exclusivo en el que el Mediterráneo cobra categoría de elemento esencial. De ahí que algunos de estos recintos acojan durante todo el año, pero especialmente en el periodo estival, desfiles de moda de reconocidos diseñadores, fiestas privadas o promocionales organizadas por marcas de referencia, exposiciones de arte y suntuosos espectáculos, en los que incluso se llega a recurrir a los fuegos de artificio para dotar la velada de mayor impacto visual. Casi todos estos clubes están adscritos a hoteles de lujo o bien el acceso a sus dependencias está limitado a sus afortunados socios, que pueden desde beber un cóctel o tomar canapés, hasta cenar o almorzar, dejándose envolver por un ambiente casi mágico en el que el repertorio musical para amenizar la jornada o la decoración están escrupulosamente cuidados. La proliferación en la Costa del Sol de centros de hidroterapia, talasoterapia, spa, y ‘wellness’ ha terminado constituyendo otra de las grandes bazas de la Costa del Sol para atraer a los viajeros de alto poder adquisitivo, que suelen tener una mayor predilección por el bienestar físico y personal que el resto de turistas. Actualmente, este destino no sólo cuenta con los mejores complejos de salud y belleza de toda Europa, sino que, además, algunos de estos recintos han optado por la especialización, siempre basada en criterios de excelencia, mediante la aplicación de técnicas y tratamientos únicos o la puesta en servicio de innovadores métodos para ofrecer a sus clientes unos óptimos resultados en la búsqueda constante de la vitalidad personal.
Tan atractiva es la oferta en este campo dirigida al turismo de lujo que ya representan un significativo porcentaje los visitantes que eligen este enclave con la principal motivación de someterse a un plan antiestrés, a un programa de adelgazamiento, a un circuito-relax, o, incluso, a una intervención de cirugía estética poniéndose en manos de los especialistas médicos más versados en la materia.
Para los pacientes más exigentes, la Costa del Sol dispone de una red de clínicas de intachable reputación que bien a través de conciertos con selectos hoteles, bien ofreciendo a sus pacientes la posibilidad de alojarse en sus propias dependencias (que poco o nada tienen que envidiarle a un establecimiento de máxima categoría) proporcionan la acomodación que mejor se ajuste a las necesidades y deseos de sus huéspedes. El objetivo: procurar que las vacaciones de sus elitistas clientes se conviertan en la excusa perfecta para mejorar el estado físico, mental o anímico, garantizando el máximo confort y las prestaciones más exclusivas.
. Consciente de que el alojamiento, la gastronomía, la oferta generalista y la complementaria son tan importantes para el turismo de elite como la forma de viajar, esta provincia no ceja en su continuo afán por mejorar las infraestructuras destinadas al fomento del transporte colectivo y privado, como el aeropuerto, en el que desde hace algún tiempo operan compañías de aerotaxis para el alquiler de aviones y helicópteros, así como para la contratación de vuelos y ‘jets’ privados; el puerto, que, inmerso en pleno proceso de reforma que lo llevará a emprender la mayor transformación de su historia, está acostumbrado a recibir a buques vacacionales pertenecientes a compañías especializadas en cruceros de lujo; o los puertos deportivos, donde atracan durante todo el año ostentosas embarcaciones de recreo que causan admiración
Destaca en este campo Puerto Banús, en Marbella, una marina considerada como el recinto portuario más notable de España, y una de las más distinguidas de todo el mundo. De hecho, desde grandes magnates hasta miembros de la realeza han elegido este puerto desde que se inaugurara, en 1970, para atracar sus impresionantes yates, algunos de los cuales son verdaderas ciudades flotantes que se convierten en atracción turística para los miles visitantes que cada día pasean por los muelles marbellíes. Empresas de alquiler de vehículos de alta gama, con o sin conductor, restaurantes, ‘lounges’ y locales nocturnos reservados a las clases más acomodadas, boutiques de firmas internacionales, agencias especializadas en la comercialización de selectas villas, mansiones, palacetes o fincas dotadas con todo tipo de comodidades, joyerías capaces de responder a las demandas de los clientes más excéntricos o empresas de servicios turísticos que diseñan vacaciones a la carta son tan sólo algunas de las innumerables posibilidades que pone en bandeja a sus más distinguidos visitantes la Costa del Sol, enclave que, en sí mismo, puede clasificarse -sin caer en la jactancia- como destino de lujo.
der adquisitivo.
Con la llegada de los primeros jeques árabes, la consolidación de la provincia como uno de los enclaves internacionales predilectos de la aristocracia, y las constantes visitas de estrellas del cine, reconocidos músicos y afamados artistas, así como de otras célebres personalidades, como mandatarios políticos y adinerados empresarios, esta zona vacacional asumió la capitalidad del turismo de elite, que convirtió a determinados rincones de su geografía en espacios donde la exclusividad y el glamour se tornaron en tónica dominante.
Hoy, la Costa del Sol cuenta con una extensa relación de impresionantes mansiones y palacios propiedad de los magnates que optaron por establecer aquí sus residencias veraniegas, pero también dispone de más de seis mil plazas en hoteles de cinco estrellas y gran lujo, a los que se han venido sumando los aparthoteles de alto ‘standing’ y las opulentas viviendas en régimen de arrendamiento enfocadas al público más selecto. Se trata de modalidades de alojamiento especialmente pensadas para los clientes de mayor solvencia, conocedores de que en este destino pueden encontrar la oferta complementaria que mejor se ajuste a sus refinados gustos.
Fundamentalmente localizados en la franja occidental del litoral malagueño, los establecimientos hoteleros de máxima categoría se han convertido en el más firme baluarte del turismo de lujo, cuya evolución ha animado a conocidas cadenas y grupos del sector a acometer iniciativas para la creación de nuevos complejos en esta provincia. En la mayoría de los casos, son recintos emplazados en privilegiados entornos, que ofrecen a sus huéspedes una atención personalizada y un trato preferencial, al tiempo que les proporcionan los servicios y prestaciones más exclusivas. No es, por tanto, de extrañar, que en las instalaciones de estos fastuosos ‘resorts’ haya desde centros de spa, hasta boutiques de prestigiosas firmas, campos de golf privados o restaurantes de autor en los que la gastronomía es deleite, incluso para los paladares más exquisitos. Ostentosas suites que pueden superar los doscientos metros cuadrados, salones de convenciones en los que se cuida al milímetro hasta el más nimio detalle, servicios adicionales de niñera, chofer o entrenador personal, asesoramiento para contratar desde la visita a cualquier tipo de espectáculo hasta excursiones, o gestionar el alquiler de un yate o un automóvil de alta gama, son tan sólo algunas de las posibilidades que brindan a sus clientes los selectos hoteles de la provincia de Málaga, acostumbrados a acoger en sus dependencias a lo más granado de la clase social de todo el mundo.
Los establecimientos de este tipo se ubican en varias localidades costasoleñas, pero en es Marbella donde se concentra el mayor número de ellos; de ahí que Marbella y lujo sean dos conceptos que con el tiempo han acabado por ser sinónimos puesto que aluden a una misma realidad.
Y dado que el conformismo parece ser un concepto tan alejado del turismo de lujo como la noche del día, la Costa del Sol no ha escatimado en esfuerzos durante este último medio siglo para perfilar un producto capaz de satisfacer los deseos más distinguidos de sus acomodados viajeros. Ejemplo de esta tendencia son los clubes de playa que han florecido en la costa oeste, con especial incidencia en el municipio marbellí, y que se han erigido en verdaderos centros sociales abiertos al mar, que suelen disponer de piscinas, zonas de relax y áreas para tomar el sol o disfrutar de un aperitivo en absoluta armonía con el entorno natural que los circunda.
Se trata, en definitiva, de instalaciones concebidas como idóneos lugares para descansar, divertirse o celebrar eventos en un marco exclusivo en el que el Mediterráneo cobra categoría de elemento esencial. De ahí que algunos de estos recintos acojan durante todo el año, pero especialmente en el periodo estival, desfiles de moda de reconocidos diseñadores, fiestas privadas o promocionales organizadas por marcas de referencia, exposiciones de arte y suntuosos espectáculos, en los que incluso se llega a recurrir a los fuegos de artificio para dotar la velada de mayor impacto visual. Casi todos estos clubes están adscritos a hoteles de lujo o bien el acceso a sus dependencias está limitado a sus afortunados socios, que pueden desde beber un cóctel o tomar canapés, hasta cenar o almorzar, dejándose envolver por un ambiente casi mágico en el que el repertorio musical para amenizar la jornada o la decoración están escrupulosamente cuidados. La proliferación en la Costa del Sol de centros de hidroterapia, talasoterapia, spa, y ‘wellness’ ha terminado constituyendo otra de las grandes bazas de la Costa del Sol para atraer a los viajeros de alto poder adquisitivo, que suelen tener una mayor predilección por el bienestar físico y personal que el resto de turistas. Actualmente, este destino no sólo cuenta con los mejores complejos de salud y belleza de toda Europa, sino que, además, algunos de estos recintos han optado por la especialización, siempre basada en criterios de excelencia, mediante la aplicación de técnicas y tratamientos únicos o la puesta en servicio de innovadores métodos para ofrecer a sus clientes unos óptimos resultados en la búsqueda constante de la vitalidad personal.
Tan atractiva es la oferta en este campo dirigida al turismo de lujo que ya representan un significativo porcentaje los visitantes que eligen este enclave con la principal motivación de someterse a un plan antiestrés, a un programa de adelgazamiento, a un circuito-relax, o, incluso, a una intervención de cirugía estética poniéndose en manos de los especialistas médicos más versados en la materia.
Para los pacientes más exigentes, la Costa del Sol dispone de una red de clínicas de intachable reputación que bien a través de conciertos con selectos hoteles, bien ofreciendo a sus pacientes la posibilidad de alojarse en sus propias dependencias (que poco o nada tienen que envidiarle a un establecimiento de máxima categoría) proporcionan la acomodación que mejor se ajuste a las necesidades y deseos de sus huéspedes. El objetivo: procurar que las vacaciones de sus elitistas clientes se conviertan en la excusa perfecta para mejorar el estado físico, mental o anímico, garantizando el máximo confort y las prestaciones más exclusivas.
. Consciente de que el alojamiento, la gastronomía, la oferta generalista y la complementaria son tan importantes para el turismo de elite como la forma de viajar, esta provincia no ceja en su continuo afán por mejorar las infraestructuras destinadas al fomento del transporte colectivo y privado, como el aeropuerto, en el que desde hace algún tiempo operan compañías de aerotaxis para el alquiler de aviones y helicópteros, así como para la contratación de vuelos y ‘jets’ privados; el puerto, que, inmerso en pleno proceso de reforma que lo llevará a emprender la mayor transformación de su historia, está acostumbrado a recibir a buques vacacionales pertenecientes a compañías especializadas en cruceros de lujo; o los puertos deportivos, donde atracan durante todo el año ostentosas embarcaciones de recreo que causan admiración
Destaca en este campo Puerto Banús, en Marbella, una marina considerada como el recinto portuario más notable de España, y una de las más distinguidas de todo el mundo. De hecho, desde grandes magnates hasta miembros de la realeza han elegido este puerto desde que se inaugurara, en 1970, para atracar sus impresionantes yates, algunos de los cuales son verdaderas ciudades flotantes que se convierten en atracción turística para los miles visitantes que cada día pasean por los muelles marbellíes. Empresas de alquiler de vehículos de alta gama, con o sin conductor, restaurantes, ‘lounges’ y locales nocturnos reservados a las clases más acomodadas, boutiques de firmas internacionales, agencias especializadas en la comercialización de selectas villas, mansiones, palacetes o fincas dotadas con todo tipo de comodidades, joyerías capaces de responder a las demandas de los clientes más excéntricos o empresas de servicios turísticos que diseñan vacaciones a la carta son tan sólo algunas de las innumerables posibilidades que pone en bandeja a sus más distinguidos visitantes la Costa del Sol, enclave que, en sí mismo, puede clasificarse -sin caer en la jactancia- como destino de lujo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario