24/11/10

Cualquier tiempo pasado fue mejor (24/04/10)

Juan Ignacio Sanz Caballero, profesor de Banca y Mercado de Valores. Facultad de Derecjo de ESADE

No hace tanto, como ustedes recordarán, que el presidente del Gobierno español alardeaba de la solidez de nuestro sistema financiero. Y, probablemente, en aquella ocasión tuviera razón. Aunque el acierto se debiera entonces no tanto a que la declaración política fuera más o menos acertada al tiempo de su realización, sino a que, ciertamente, cualquier tiempo pasado en esta materia fue, sin que sirva de precedente, mucho mejor.

Y aunque algunos crean que la banca recibe el castigo que se merece por su actuación, a los que les recuerdo que a nadie han obligado a aceptar financiación que no fuera de su satisfacción, lo cierto es que a todos nos interesa que la banca pase a mejor situación. Es más, creo que nos debiera alegrar que salga del compás que atraviesa en la actualidad por nuestro propio interés y convicción, pues día que pasa es día que se agudiza el diagnóstico y se alarga la recuperación.

Una recuperación que se complica como consecuencia de la pesada mochila que a finales del 2009 representaban las 115.000 viviendas adjudicadas a unos bancos y cajas que, a su pesar, siguen acumulando en balance más de 325.000 millones de euros de crédito promotor. Dos datos que dan idea de la situación, sin necesidad siquiera de aludir a la ingente cantidad de crédito que ha sido objeto de refinanciación.

Un saldo vivo de financiación a promotor que, por una parte, representa aproximadamente un 18% del total del crédito concedido y, por otro, dificulta y ralentiza la recuperación de un sector inmobiliario al que le resulta más rentable adjudicar las viviendas a la banca que sacarlas a mercado con un descuento de precio que, en nuestro caso, al promotor no le libera de responsabilidad por la parte de crédito no reembolsado al banco o caja financiador. Circunstancia que hace que hasta el más pequeño promotor tenga un comprador seguro en el banco o caja que le financió. Porque si las cajas fueron las primeras en recibir el impacto de la morosidad, la duración del proceso hace que sus primos, los bancos, también hayan empezado a notar los efectos de esta continuada erosión.

Además, si me permiten la expresión, todas esas viviendas y ese crédito promotor se encuentran en la misma situación que la pasta de dientes dentro del tubo dispensador. Hace falta que algo o alguien rompa la fina membrana que impide su salida hacia el exterior. Con la particularidad de que esa membrana que impide su correcta distribución a precio de mercado no es otra que la del reconocimiento de unas pérdidas millonarias que a más de una le cuestionaría su viabilidad empresarial. No nos creemos que siempre es mejor ponerse rojo una vez, en lugar de ciento de un tono colorado que, finalmente, acaba confundiéndose con el pimentón.

Y ese algo a estas alturas ya no puede ser otro que un Frob que, aun teniendo nombre de dibujo animado, nació con demora en su autorización y, tras su obtención, no ha recibido aún solicitudes dentro del plazo previsto para su concesión; y, al mismo tiempo, ese alguien no puede ser otro que el Banco de España como máximo responsable de la regulación; un regulador en cuya piel, todo sea dicho, para nada quisiera estar en estos momentos un servidor. Particularmente en la del equipo inspector de algunas entidades, más de las deseables, que concentran en el inmobiliario y la construcción más de un tercio del crédito objeto de su respectiva concesión. Por ello, habiendo dinero e instrumento de reestructuración, que incluso hasta los más liberales lo tienen asumido con dignidad y resignación, la duda es por qué la situación se prolonga durante un período de tiempo que, no exageramos, a alguna entidad le puede conducir a un estado de inanición.

Ciertamente, es triste pensar que un sector y todo un país tuvieron un tiempo pasado mucho mejor. Sobre todo, cuando advertimos cómo pasan los días y el panorama no cambia de color. Más aún si responde a una incomprensible indecisión.
Fuente:Eleconomista.es

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