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ntre las anécdotas más destacadas por un artículo del diario Málaga Hoy, aparece la que protagonizó un reportero de la revista National Geographic que en la década de los años 20 viajaba de Málaga a Gibraltar. Evitó el tren porque tardaba 12 horas en cubrir el trayecto, así que tomó un autobús, que lo hacía en cinco. También relata que sufrió algunos problemas durante el viaje y que cuando cruzaron el río Guadiaro no hubo manera de seguir: la barcaza que los cruzaba de orilla zozobró y el vehículo cayó al río. Fue rescatado con la ayuda de dos parejas de bueyes, pero el vehículo no funcionaba y hubo que realizar el resto del trayecto en mula hasta San Roque y luego en coche hasta Gibraltar; era un autobús de la empresa Automóviles Portillo, que en aquella época echaba a andar.
Ahora, 87 años después, todo ha cambiado. Las carreteras, los propietarios, las líneas, los vehículos, la propia región andaluza y la situación económica, que ha devuelto a la actualidad a una empresa que ha llegado a estar vinculada al caso Malaya. Y también a la que debían dinero ayuntamientos como el de Estepona, Marbella o Benalmádena. Aunque los que realmente lo están pasando mal son los trabajadores: la empresa planteó el despido de cerca de un centenar de ellos hace unos meses. Todavía no se ha hecho efectiva. Y parece indicar que no se hará.
La odisea del corresponsal acabó con un paseo hasta la localidad de Guadiaro, donde los usuarios consiguieron unos caballos para viajar y una mula para el equipaje. Dos horas después llegaron a San Roque y alquilaron un coche que les llevaría a Gibraltar, su destino final. Eran tiempos en los que el principal y más fiable medio de transporte era el tren, como el que iba desde la capital hasta venta de Zafaraya, que poco a poco fue perdiendo terreno por la llegada del coche, pero también por la creación de Automóviles Portillo. "Pero los fallos en los viajes era los problemas de antes, cuando apenas había mecánicos o coches en condiciones", dice un trabajador, que resalta que, aunque hoy sigue habiendo averías, el mayor problema "son los niñatos de cada fin de semana, la falta de seguridad cuando nos insultan o rompen los cristales. O cuando viajan subidos al techo del vehículo", cuentan responsables de Comisiones Obreras.
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